Yippeeeeee!!!!! Ya mismo está lista la Metrovía.
¿Y qué?
A mí no me van a ver haciendo procesión de funeral con los quinientos mil guayacos que seguramente se van a echar a andar a pie en la Metrovía cuando se inaugure (sí, los guayacos tenemos esa maldita costumbre de inaugurar huevadas caminando en ellas).
Tampoco lo voy a usar porque tengo vehículo. Carro. Ruedas. No como los que van a usar la Metrovía, que apenas llegan a Dodge Patash (y seguramente los que tienen Cero Patash tampoco van a poder usarla, porque hasta donde yo sé, en los buses no se puede subir gente en silla de ruedas).
Francamente, disfruto mucho más el viaje en la solitud de la cabina de mi vehículo, completamente atrapado por el sawsynth en la canción de David Guetta, a (literalmente) toda la velocidad que jale mi carro en el perímetro urbano (que puede exceder las 80 millas por hora en la C.J. Arosemena). Lo disfruto mucho más que esconderme el celular en la ropa (¿cellphonebolsuña, anyone?) subirme a un bus, calarme los cromos que te completan el álbum para la bici, y llegar a mi destino 90 minutos después.
Pero con toda sinceridad puedo decir lo siguiente: que viva la Metrovía.
Motivo uno: como circula por mis rutas más frecuentes, y los buses urbanos no circularán por la ruta de la Metrovía, voy a poder soplar con la tranquilidad de que ya no se me van a cruzar buses en media calle. Cosa muy buena, porque si, a la velocidad que voy, se me cruza un carro hippie-moderno-japonés-Corsesco y lo estrello, mi camioneta del 78 y de tonelada y media, fabricada en la época en que el fierro no era gay sino fierro de verdad, los hace bolsa.
Y, motivo dos: todos los días voy acumulando millas en los carriles de la Metrovía. No sé si me regalen pasajes de avión después de haber acumulado tantas, pero piénsenlo: un carril para mí solito, vacío, de cemento, sin baches, donde nadie se me puede cruzar, y puedo ir prácticamente a la velocidad que se me dé la gana, siempre y cuando sostenga el volante con la precisión de un microcirujano para no subirme el murito divisorio rompecárter. Es un túnel personal, damnit. ¡La receta perfecta para las 75 millas por hora en la C.J. Arosemena!
Es una pena que, ahora que entre a funcionar la Metrovía, ya no pueda hacer esto. Por cierto, lo de las 75 mph no es broma: el Viernes me comí la C.J. en 4 minutos.