Quemar banderas: no amerita prisión

publicado 06/11/2007, Última modificación 26/06/2013

Hace unas semanas cogieron preso al desadaptado que se pasó la bandera de Guayaquil por la raya natal. Yo soy guayaquileño -- pero (en oposición a lo que la ley reza) no estoy de acuerdo con que lo hayan cogido preso.

¿Por qué no estoy de acuerdo? Porque me da asco que por ultrajar a una bandera vaya una persona presa.

Hace unos días, discutía el tema de este tipo Escandón, ahora preso, con una recientemente conocida -- y estábamos compartiendo el disgusto ante el acto de dicho tipo, hasta que ella dijo "bien hecho que esté preso". Ahí se terminó la conversación, pero lo que discutimos me dejó pensando.

He llegado a la conclusión de que está mal meter preso a alguien por ultrajar a una bandera. Aquí están las premisas que me llevaron a esta conclusión.

La prisión es un castigo cruel, desproporcionado e injusto para quien ultraja una bandera

Creo que la indignación pública en torno al ultraje de nuestra bandera está surfeando encima de una ola de confusión pública. La gente confunde la diferencia entre un símbolo y la cosa simbolizada -- es decir, no ve la diferencia entre ultrajar a un símbolo y ultrajar a la cosa representada por el símbolo.

La prisión (que no es castigo para tomarse a la ligera) debe estar reservada para las personas que ocasionen perjuicios reales y objetivos a las personas. De hecho, ese es (o por lo menos debería ser) el objetivo ulterior de una ley con consecuencias penales: proteger la integridad de las personas y de sus propiedades. No me importa cuánto griten y se rasguen las vestiduras los patriotas -- esta es la realidad objetiva y estos son los hechos:

  1. por el ultraje a la bandera, nadie resultó herido,
  2. nadie está muerto,
  3. nadie está enfermo,
  4. nadie está más pobre, y
  5. nadie tiene un daño psicológico cuantificable o irreparable por lo que pasó.

Esos son los hechos. A lo mucho hay una minoría muy indignada por ahí (y aparentemente no es muy grande, porque igual hubo afluencia de visitantes a la península). Y quienquiera que reclame "perjuicios psicológicos" por el ultraje a la bandera realmente no sabe mucho de psicología.

Este es mi postulado: es cruel e injusto meter preso a una persona por un acto que no tuvo víctimas. Ensuciar un pedazo de tela (el símbolo) es totalmente distinto a perjudicar directamente a tres millones de personas (la cosa simbolizada) -- no es razonable que como seres humanos, consideremos que un pedazo de tela tenga más valor que la vida de una persona. La mera indignación pública por el ultraje no es causa suficiente para meter preso a nadie. Y me indigna aún más cuando un grupo de personas (así seamos los guayaquileños mismos) pretende victimizarse a sí misma dándole a una estupidez insignificante como esta una importancia desproporcionadamente grande.

Generalizando un poco más: los deseos y sentimientos de un grupo humano no pueden imperar sobre la santidad y el valor de una vida humana. Si lo hacen, entonces hemos devaluado al individuo, y hemos puesto en marcha la filosofía del revanchismo incivil. Y yo me rehúso a aceptar que es justo arruinarle la vida a una persona porque esa persona hizo una huevada tan estúpida e inocua.

El patriotismo como excusa para injusticias

Me gustaría también tocar el tema del patriotismo. Toco el tema porque algunas personas me lo han tocado en relación al famoso ultraje de la bandera. De hecho, algunas personas lo han citado como justificativo para meterlo preso al tipo este.

Y es un justificativo que, superficialmente, aparenta ser muy lógico. Si se dan cuenta, si el patriotismo no existiese, la quema de la bandera hubiera pasado completamente desapercibida.

Desde chiquitos nos han adoctrinado a todos (como currículum de cívica) que tenemos que querer a la Patria como a la madre, porque la patria es la madre y a la madre se la quiere -- madre patria -- y una serie de absurdos y lógicas circulares similares.

Si todavía crees esto, te tengo noticias: ya no estás en tercer grado. En primer lugar, comencemos por lo más obvio: la patria no es tu madre -- sólo tu madre es tu madre -- y cualquier persona que repita como lorito "patria... mía, como mi maaa-aa-dre" debería descubrirse cuán ridículo y absurdo suena, frente a un espejo.

En segundo lugar: el patriotismo no es un valor ético positivo. De hecho, es todo lo contrario: tras las cancioncitas y el juramento a la bandera, el propósito ulterior del patriotismo es adoctrinar y estupidizar a la gente en tiempos de paz, para lograr su obediencia ciega en situaciones de guerra. En resumen, el mensaje patriótico es "los de mi grupo valen más que los demás". Como veremos, el patriotismo es negativo y peligroso, y contrario a una sociedad justa:

  • El patriotismo requiere por definición que el "patriota" devalúe al "otro". Esto es irse en contra del principio de igual respeto y derechos para todos.
  • Pensar como patriota extremo exige un esfuerzo de estupidez muy especial, porque requiere negar las cualidades positivas de los "otros países" e ignorar simultáneamente las debilidades de "su país". Un patriota perfecto es incapaz de verse a sí mismo y descubrir que, chuta, en verdad no es tan vacán como él creía, y que los de los otros "países" le ganan en algunas cosas.
  • Ser un patriota "no extremista" no es un mérito -- simplemente significa ser menos estúpido.

Para la mayor parte de personas, es difícil aceptar lo que acabo de escribir. La mayoría ve una bandera patria quemada, y enseguida brinca de indignación. La gente ve a un tipo insultando a su país, y enseguida "salta a defender su país". La razón por la que es difícil entender al patriotismo como la farsa que es, es porque justamente es producto de una adoctrinación, donde lo que te enseñan -- por ilógico y estúpido que sea -- está amarrado profundamente a sentimientos, que no responden a ninguna lógica.

Si te encuentras en este grupo de personas, deja de sentir y comienza a pensar y usar la lógica. Las cosas como son: tú naciste en este país, y nada más -- no porque naciste aquí, necesariamente este lugar es "más chevere" que los demás, ni exige más respeto que cualquier otra parte del planeta. Creerte superior sólo porque naciste aquí, creer que tu país es el mejor, y exigir respeto a tus símbolos patrios sólo porque son tus símbolos patrios, es pecar de arrogante. Y preferir a tu bandera o escudo por sobre el bienestar de un ser humano es irracional.

Y querer a tu terruño no justifica encarcelar a una persona que no lo quiera. No importa cuánta adoración un pueblo sienta por sus símbolos, no es humano que los símbolos sean más importantes que la vida de un individuo. Meter presa a una persona porque su conducta es antipatriótica es una abominable perversión de la justicia, así como un asalto a su derecho de libertad de expresión.

Ultrajar una bandera es un acto de expresión política

Hay otro ángulo muy interesante que no he explorado todavía: la libertad de expresión. Ultrajar una bandera es un acto políticamente interesante, generalmente usado para transmitir el repudio o el desacuerdo general con una región. Quemar la bandera de Guayaquil es equivalente a decir "Guayaquil vale verga".

Yo soy guayaquileño, y estoy completamente en desacuerdo con cualquier persona que diga "Guayaquil vale verga". Pero aunque no me guste, tengo que reconocer que la otra persona tiene el derecho a decir "Guayaquil vale verga". Tal vez sea un peninsular pobre y resentido, tal vez sea una persona buscando protagonismo televisivo, tal vez incluso de verdad crea que Guayaquil vale verga... sin importar la razón, esa persona tiene el derecho de expresarlo.

¿No estás de acuerdo? Entonces, ¿qué cosas califican como libertad de expresión? Porque si un acto de expresión política no está protegido por la libertad de expresión, entonces no queda mucho qué decir.

Mi conclusión

Esta indignación pública por la "quema" de la bandera es una paja mental. Es un par de locos en televisión que buscaron protagonismo, y obtuvieron más del que estaban preparados a obtener. Yo no estoy diciendo que el tipo deba salir libre -- la ley está en los libros, y él sabía a lo que se atenía. Mi argumento es que esa ley es injusta.

Pero las consecuencias de este acto no fueron positivas. Hay una persona presa en abierta injusticia (aunque la ley dicte lo aparentemente contrario). Nuestras libertades siguen coartadas, porque los autoritarios han usado este escándalo como ariete en contra de una sociedad más libre y sana. Y finalmente, hemos perdido tiempo que debimos haberle dedicado a cosas más perentorias -- como meter presos a los asesinos y ladrones impunemente sueltos en las calles.

Por supuesto, están más que invitados a discutir el tema aquí, sin ninguna limitación.