Cómplices de un robo

publicado 27/01/2011, Última modificación 26/06/2013

Los impuestos son un robo, y quien lo sepa y aún así reciba dinero robado por sus servicios, es cómplice.

Me voy a permitir responder a esto con algo muy concreto. No dudo yo que en el sector público exista gente de buena voluntad y trabajadora, y si se me ha interpretado por ese lado, entonces definitivamente se me ha malinterpretado. Lo que yo he dicho es bien clarito: todo salario público se paga con dinero robado por la fuerza a la gente. Nada más ni nada menos.

Por ende, cada funcionario público que ya esté consciente de esta verdad se convierte en cómplice de este robo. Mal puedo yo acusar a funcionarios públicos que no han notado este hecho, de ser gente de mala fe, pero una vez que te han informado, si lo niegas eres mentiroso porque es cierto lo que he dicho, y si te haces el cojudo entonces definitivamente sí eres cómplice del robo.

No quiero entrar aquí a conversar del tema de si es un robo o no lo es. Es un robo, eso es cierto: el robo es quitarle a una persona su propiedad por la fuerza o por las amenazas, y eso es nada más ni nada menos lo que hacen los funcionarios públicos encargados de robar a la gente (claro, bajo el eufemismo de "impuestos" y con la coartada de "la ley"). No hay ningún argumento que se pueda esgrimir para refutar esta realidad que no dependa de falacias absurdas como:

  1. Hacer excepciones morales mágicas para ciertos grupitos ("uy, es que no es robo porque son esos manes quienes lo hacen").
  2. Juzgar la realidad no por conceptos racionales universales sino por lo que cuatro arbitrarias palabras que cuatro pelagatos vagos escribieron ("la ley") recen ("uy, es que la ley dice que no es robo").

Yo no acepto magia en respuesta a un argumento racional.

Por último, no queda más que acotar lo obvio: el fin no justifica los medios. Todos los "beneficios públicos", todas las obras hechas con dinero robado, todos los sobornos dados a los votantes -- invéntense las excusas que se inventen los beneficiados por Robin Hood -- son productos de un acto inmoral.